La Domótica, es una tecnología que permite accionar cosas del hogar a distancia, a la vez que permite cuidar la casa aunque el dueño esté de viaje a todo esto se le llama simulación de presencia
La creciente exigencia de comodidad, es cada vez mayor en los sistemas de seguridad para nuestros hogares, han impulsado a nivel mundial, y en nuestro país en particular, el desarrollo de la domótica.
Por definición se trata de una tecnología que permite automatizar prácticamente todos los sistemas eléctricos de una casa mediante la asistencia de un servicio centralizado que es gestionado por el usuario mediante una conexión remota.
Una casa del siglo XXI
Las razones por las que podemos desear controlar a distancia nuestro hogar pueden ser múltiples.
La tecnología Domótica permite acceder a las imágenes captadas por diminutas cámaras web estratégicamente ubicadas en cualquier parte de la casa y observar lo que sucede en cada pieza en tiempo real.
La tecnología integrada de las “casas inteligentes” permite que videocámaras IP envíen imágenes en tiempo real a la pantalla de cualquier dispositivo remoto, se trate de una laptop, una Tablet o un teléfono celular, sin importar la distancia o el lugar del planeta en el que se encuentre el usuario.
La administración y racionalización en el uso de la energía es, por otra parte, uno de los puntos fuertes de esta tecnología adoptada cada vez por mas hogares; cuando viajamos al exterior o simplemente salimos de paseo para hacer compras, podemos optar por disminuir al mínimo la iluminación del ambiente, dejando programado ciertas zonas en nuestra ausencia con esto el usuario se puede desentender del consumo máximo de energía los electrodomésticos quedan deshabilitado por que con nuestro sistema smart site todos los equipos eléctricos funcionan únicamente en presencia de los usuarios, a no ser que el propietario quiera manipularlos desde el exterior que también se le da la opción al cliente final de hacerlo.
Poco antes de regresar a nuestro hogar, tan solo debemos encender la laptop y, mediante asistencia remota inalámbrica, echamos un vistazo en el interior de nuestra casa.
Pero el control virtual de la “casa inteligente” no se encuentra limitado al confort y la gestión de energía; el uso de llaves para abrir las puertas resulta, por diversas razones, una molestia para muchas personas. Con la “domótica” podemos prescindir de ese sistema y optar por uno que se ajuste a la tecnología del presente siglo. Se puede optar por una cerradura con teclado numérico, lector de huellas digitales o incluso un escáner que lee la retina de todos los miembros de la casa.
Europa envejece mientras el índice de natalidad está bajo mínimos, sobre todo en España. Y en paralelo a esa longevidad, crece el número de personas con Alzhéimer, la enfermedad del olvido. En España hay 600.000 personas afectadas por esta demencia. Consciente del problema, la UE investiga con proyectos orientados a incrementar la calidad de vida de los mayores. Entre ellos HOPE (Smart Home for Elderly People), desarrollado en Grecia, Italia y una residencia de Málaga donde se implantó un sistema informático para ayudar a las personas con esta enfermedad neurodegenerativa. El objetivo de esta experiencia piloto ha sido fomentar su independencia y autonomía y prevenir riesgos en el hogar.
La casa inteligente está dotada de sensores (de movimiento, temperatura, gas…) que monitorizan al paciente y su entorno. También de un servidor central y otro local (este último es básicamente un ordenador donde se instala el software desarrollado en el proyecto). Ambos se comunican por tecnología IP (Internet Protocol). Para la comunicación entre los sensores y el servidor local se utilizó la tecnología Zigbee. Una cámara, integrada en el ordenador, comunicaba al paciente con el médico o el cuidador.
“Hemos logrado el objetivo de mejorar las condiciones de los ancianos tanto en su calidad de vida como en su propia seguridad. Sin embargo, la muestra de la investigación era muy pequeña. Técnicamente se puede mejorar, por ejemplo, en cuanto a la cobertura”. Por eso, dice Cabello, debería investigarse más para darle madurez técnica y sacar conclusiones a mayor escala. “La aplicación correcta de estas tecnologías podría permitir mantener una calidad de vida aceptable, a un coste sostenible para la sociedad”.