El sistema facilita la teleasistencia por videoconferencia y detecta si el paciente se deja el fuego encendido en la cocina o la puerta abierta
La tecnología ayuda a mejorar la calidad de vida y la seguridad de las personas con Alzhéimer. Así se ha demostrado en el proyecto de investigación europeo HOPE, llevado a cabo en una residencia de Málaga a través del Centro Andaluz de Innovación y Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (Citic). Ahora solo falta que esa experiencia con resultados satisfactorios se traslade a los hogares y a las residencias de la tercera edad como una rutina más de estos pacientes.
Europa envejece mientras el índice de natalidad está bajo mínimos, sobre todo en España. Y en paralelo a esa longevidad, crece el número de personas con Alzhéimer, la enfermedad del olvido. En España hay 600.000 personas afectadas por esta demencia. Consciente del problema, la UE investiga con proyectos orientados a incrementar la calidad de vida de los mayores. Entre ellos HOPE (Smart Home for Elderly People), desarrollado en Grecia, Italia y una residencia de Málaga donde se implantó un sistema informático para ayudar a las personas con esta enfermedad neurodegenerativa. El objetivo de esta experiencia piloto ha sido fomentar su independencia y autonomía y prevenir riesgos en el hogar.
La plataforma tecnológica inalámbrica de HOPE propicia la comunicación por voz, mediante un sistema de altavoces, con el paciente en determinadas situaciones. Por ejemplo, le avisa de que debe beber agua cuando la estancia sobrepasa una determinada temperatura, o cuando se deja la puerta abierta o el gas encendido. También permite el envío de mensajes SMS al cuidador cuando la persona sale de su habitación o del recinto o sufre una caída, además de facilitar teleasistencia mediante videoconferencia con el médico o el cuidador.
La casa inteligente está dotada de sensores (de movimiento, temperatura, gas…) que monitorizan al paciente y su entorno. También de un servidor central y otro local (este último es básicamente un ordenador donde se instala el software desarrollado en el proyecto). Ambos se comunican por tecnología IP (Internet Protocol). Para la comunicación entre los sensores y el servidor local se utilizó la tecnología Zigbee. Una cámara, integrada en el ordenador, comunicaba al paciente con el médico o el cuidador.
Puede mejorar el estado de algunos pacientes
Tras realizar pruebas de evaluación estandarizada geriátrica integral CGA (Comprehensive Geriatric Assessment), y utilizando otras herramientas para evaluar los aspectos más específicos como la calidad de vida y satisfacción con el servicio, los investigadores han comprobado que “el uso de HOPE puede mejorar el estado funcional, nutricional, cognitivo, afectivo y neuro-psiquiátrico de personas con deterioro cognitivo leve. Además, vivir en una casa inteligente ha demostrado la satisfacción de los pacientes y ha mejorado su calidad de vida”, concluye Ana Cabello, jefa del proyecto.
La implantación de esta tecnología en esta residencia de Torremolinos no ha sido excesivamente compleja ni costosa, según Cabello. “Al ser un sistema inalámbrico, se instala con facilidad en cualquier residencia”. El coste de la plataforma para el proyecto ha sido de unos 700 euros sin contar con un ordenador conectado a internet. A eso habría que añadir el mantenimiento y el personal para atender a los enfermos.
La implantación de esta tecnología en esta residencia de Torremolinos no ha sido excesivamente compleja ni costosa, según Cabello. “Al ser un sistema inalámbrico, se instala con facilidad en cualquier residencia”. El coste de la plataforma para el proyecto ha sido de unos 700 euros sin contar con un ordenador conectado a internet. A eso habría que añadir el mantenimiento y el personal para atender a los enfermos.
“Hemos logrado el objetivo de mejorar las condiciones de los ancianos tanto en su calidad de vida como en su propia seguridad. Sin embargo, la muestra de la investigación era muy pequeña. Técnicamente se puede mejorar, por ejemplo, en cuanto a la cobertura”. Por eso, dice Cabello, debería investigarse más para darle madurez técnica y sacar conclusiones a mayor escala. “La aplicación correcta de estas tecnologías podría permitir mantener una calidad de vida aceptable, a un coste sostenible para la sociedad”.
¿Veremos algún día integrado este sistema en los hogares? “Eso depende de iniciativas privadas o públicas que consideren este proyecto suficientemente interesante como para invertir en su implementación”, afirma Cabello.
HOPE se enmarca en el programa Ambient Assisted Living (AAL), cofinanciado por la Comunidad Europea y por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. En la experiencia piloto, de nueve meses, participaron 24 residentes.
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