Encontramos que en la mayor parte de las ocasiones, en el momento de planificar, proyectar e instalar un equipamiento domótico, no es tenida muy en en cuenta el posterior mantenimiento.
En efecto, la parte correspondiente a las operaciones a realizar a posteriori sobre la propia instalación carecen con mayor frecuencia de la deseada de un planteamiento correcto desde el punto de vista de la reparación, mejora y ampliaciones a efectuar sobre los diferentes componentes del sistema.
El mantenimiento puede abarcar de hecho una parte considerable del negocio que genera la Domótica. Lamentablemente, como decimos, la primera vez que se cae en la cuenta de su necesidad suele coincidir con el momento es que aparece el primer problema en la instalación domótica.
Del mantenimiento podemos decir que es común a todos los sistemas domóticos aunque cobra especial importancia en aquellos sistemas, como el KNX, en el que se precisa que los profecionales encargados de su diseño, instalación y configuración cuenten con una cualificación especial para estas labores.
Tanto si el usuario final de la instalación domótica es una persona particular como si el equipamiento domótico pertenece a un edificio más o menos grande (en cuyo caso es habitual que se disponga de un servicio de mantenimiento propio), se ha de tener absolutamente claro a quien se debe recurrir en caso de detectar una avería o necesitar una modificación de la instalación.
En ocasiones nos encontramos con que la empresa instaladora no coincide con la empresa integradora del sistema de automatización. Incluso podemos decir que la relación laboral entre ambas empresas no siempre se mantiene una vez finalizada la obra en cuestión, donde a menudo convergen los intereses que no son los mismos tras la entrega de la instalación.
En esos casos es habitual que, al llegar el día en que hay que recurrir a un profesional para intervenir en la instalación, el usuario y/o propietario no tenga claro a quien recurrir.
Si no está prevista la eventualidad, lo más común es que se recurra a la empresa instaladora. Sucede entonces que si dicha empresa carece de personal con la suficiente formación y cualificación, en otras palabras, si no dispone del conocimiento necesario del sistema instalado, poco podrá hacer de cara a satisfacer la demanda del usuario.
En este caso, la resolución del problema se demorará hasta que se encuentre al profesional adecuado en el mejor de los casos. En el peor, los errores de funcionamiento pueden ser agravados por una manipulación incorrecta del profesional insuficientemente preparado.
Observado y contrastado que lo citado anteriormente son situaciones que aparece un día tras otro en lo que a las instalaciones domóticas se refiere, nosotros nos animamos a ofrecer las recomendaciones que se presentan a continuación.
En el caso de un usuario particular lo más conveniente es tener siempre a mano los datos de contacto de un integrador cualificado y formado en el sistema instalado en su vivienda. No se recate a la hora de informarse de la trayectoria profesional en lo referido al sistema de automatización que equipa su vivienda. Evite las sorpresas.
En el caso de un responsable de una instalación de un edificio, lo que también se conoce como inmótica, lo más recomendable es formar a su propio equipo de mantenimiento, si existe, con conocimientos básicos del sistema de automatización. De este modo, el primer diagnóstico e incluso las primeras soluciones podrán venir por part de estos trabajadores. No está de más, al igual que en el caso anterior, disponer de un contacto solvente en forma de integrador para averías más serias o sencillamente para las modificaciones y ampliaciones del sistema.
Es cuestión de tiempo que la Domótica sea tan común para todos los profesionales de la electricidad que llegará el día en que esta cualificación que ahora señalamos sea la moneda de cambio común entre ellos. Las instalaciones de automatización son la evolución lógica de la instalación eléctrica convencional… es un camino sin retorno, el futuro.