Cuando el sector inmobiliario sigue tirando para abajo de todo lo que le rodea y frena de manera injusta el desarrollo de las actividades y profesiones que están vinculadas a la vivienda, una serie de circunstancias positivas hacen que la domótica y sus tecnologías asociadas despeguen de nuevo.
Los periodos de crisis, y no es el primero que nos toca vivir, son periodos de reflexión y momentos donde surgen nuevos negocios y oportunidades. Puestos a buscar la parte positiva, no de la crisis, ya que las crisis no tiene nada de positivo, pero sí de la situación, podríamos hacer una parada y repasar una serie de temas que sin duda alguna nos van a hacer afrontar el futuro inmediato con mayor seguridad y con mas información de calidad que hace algo menos de 10 años.
En esos años, en los que todo valía, cuando se construían cientos de miles de viviendas y aquí había trabajo para todos, y además en exceso, se cometieron una serie de graves errores, fruto de una situación irreal que nos impidió desarrollar nuestros sectores de una forma ordenada. El primero fue la falta de tecnologías estándar.
Cualquiera construía un sistema domótico de “andar por casa” porque había promotores que lo compraban sin más motivo que anunciar que su promoción tenia domótica (eso sí, invirtiendo lo mínimo en el sistema), error que lo pagaba el comprador de la vivienda y el propio promotor. Tampoco había personal formado para llevar a cabo las instalaciones de estos sistemas tan “novedosos”. En realidad, el exceso de trabajo impedía a los profesionales de la instalación formarse y certificarse en las nuevas tecnologías. Integradores e instaladores no se ponían de acuerdo y se duplicaban trabajos, costes y equipos, encareciendo innecesariamente el valor de las instalaciones domóticas haciéndolas poco atractivas para los usuarios.
Por otro lado, los arquitectos, ingenierías y empresas instaladoras tampoco definan exactamente los proyectos, complicando innecesariamente la puesta en marcha y el mantenimiento de este tipo de instalaciones. Además, las propias normativas no han contemplado la incorporación de las nuevas tecnologías (aunque ya lo están haciendo) y esto dejaba a los sistemas sin un procedimiento para su operación y mantenimiento que tampoco ha generado la confianza deseada por parte de usuarios y prescriptores.
Y por ultimo, una falta de servicio postventa eficaz fue la puntilla para hundir a la domótica y a los nuevos sistemas que tan a “bombo y platillo” iban a cambiar nuestras vidas.
Y llegó la crisis, y con ella todo esto se complicó aun más. La consecuencia es que ya apenas se hacen casas y edificios en los que incorporar todos estos sistemas. Pero, en cualquier caso, cuando pase este ciclo llegará el día en que ningún edifico ni vivienda se construya sin tecnología y sin sistemas domóticos.
Ese día está a la vuelta de la de la esquina y la tecnología, en ningún caso, será opcional, como lo ha sido hasta ahora, será instalada como un elemento constructivo mas. En la próxima generación de promociones inmobiliarias la domótica vendrá de serie. Es por eso que se presenta un panorama absolutamente esperanzador y lleno de oportunidades para el instalador electricista de “última generación”.
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